LIBRO: Everest 1996

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Anatoli Bukreev / G. Weston Dewalt

Este libro lo escribió uno de los guías de la compañía Mountain Madness, que estuvo presente en el desastre del Everest del 10 de Mayo de 1996. Anatoli lo escribió para explicar su punto de vista, dado que el libro de Jon Krakauker lo pintaba como un villano (o así se había visto retratado él).

Mientras que el libro de Krakauker habla de su experiencia como cliente, el libro de Anatoli habla de su experiencia como guía. Es muy claro cuando dice: “aquí, según mi entender y tal como había sido el caso en otras expediciones comerciales, mi papel consistía en preparar la montaña para los clientes, y no al revés”. Anatoli fue esencial par preparar el trabajo anterior a la escalada, y una vez que comenzó la aventura, estuvo al tanto de lo que debía hacerse el día a día antes de que los clientes subieran o bajaran de un campamento a otro. “Una de mis prioridades en el Campo Base fue formalizar una estrategia de aclimatación. Para aclimatarse adecuadamente, era importante que los miembros del grupo permanecieran en el Campamento Base durante unos cuantos días hasta que sus organismos se hubieran adaptado a aquella altitud. A continuación comenzaríamos una serie de excursiones que llevarían a nuestros clientes hacia cotas progresivamente más altas, ascendiendo desde el Campo Base hacia los campamentos superiores, previamente instalados por nuestros sherpas. Se trata de permitir que el cuerpo se habitúe gradualmente a permanecer en altitudes cada vez mayores, de modo que el día del ataque a la cumbre podamos ascender con rapidez hasta la cota más alta y a continuación descender a una altitud a la cual ya estemos aclimatados”.

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Parece que no podía expresarse con fluidez (era kazajo –ex república soviética- y su inglés era muy rudimentario), y su atención a la preparación de la ruta hacía que no estuviera disponible para charlar con los clientes, lo que lo hacía parecer un poco distante. Krakauker además, estaba en otro grupo (iba como cliente de la compañía Adventure Consultants), motivo por el cual tuvo aún menos relación con él. Scott Fischer trataba de mantener a los clientes contentos, y los dejaba hacer muchas cosas que Anatoli consideraba eran perjudiciales para la escalada a la cima (por ejemplo, la cliente newyorkina de la alta sociedad, Sandy Pittman, se fue una noche de juerga con unas amigas, y hacía que su sherpa le cargara material muy pesado con el que estaba narrando para la NBC su odisea hacia el Everest).

Durante la expedición el día 10 de Mayo a la cumbre del Everest, ni Anatoli ni Neal Biedelman (otro guía de la compañía Mountain Madness) y esto fue un error pues no pudieron nunca estar comunicados entre sí.

Scott Fischer, de Mountain Madness.
Scott Fischer, de Mountain Madness.

Anatoli subió a la cima del Everest sin oxígeno suplementario, situación por la que sería muy criticado. En este libro, dice que él quería tener oxígeno suplementario y decidiría si lo usaría en el momento. Scott le planteó que quizás no hubiera oxígeno para él, porque un cliente que estaba teniendo problemas para aclimatarse había estado usando oxígeno y no tenían suficientes tanques. Aun así, Anatoli subió con dos tanques. Estando en la cima, esperó un tiempo a los clientes pero cuando no subían bajó a ver en qué podía ayudarlos. La mayoría de sus clientes ya llevaban 14 horas ascendiendo, y su oxígeno solo duraría 18 horas. Todavía estaban a 30 minutos de la cumbre y Anatoli pensaba que era mejor pedirles que regresaran, pues no iban a tener oxígeno suficiente para llegar al campamento IV de regreso. No los regresó él porque no se sentía con la suficiente autoridad para hacerlos regresar y no vió a Scott por ningún lado, que era quien debía tomar esa decisión. Ahí le dio a un guía sus dos tanques de oxígeno y decidió bajar para el campamento IV, a donde llegó alrededor de las 5pm, para alistar todo para cuando los clientes estuvieran de regreso.

Neal Beidleman, otro de los guías con los que trabajaba Boukreev
Neal Beidleman, otro de los guías con los que trabajaba Boukreev

El agotamiento hizo que se desplomara y eventualmente, salió para ver si su equipo ya venía en camino. Para entonces, se había desatado una tormenta que impedía ver a la distancia. Regresó a su tienda de campaña, y cuando por fin uno de los perdidos llegó a donde él estaba, preguntó hacia dónde podía caminar para encontrar a los demás. Anatoli salió a pedir ayuda a los demás alpinistas que ya estaban en el campamento IV (entre ellos, Krakauer). Nadie le ayudó. Ni los clientes, ni los sherpas, ni miembros de otras expediciones que estaban más descansados porque no habían tratado de llegar a la cima ese día. Solo, atravesando la tormenta, rescató a 3 personas. Siempre lo perseguiría el hecho que de que ya no tuvo fuerzas para traer al campamento a dos individuos más: Beck Weathers (que creyó que ya estaba muerto) y Yasuko Namba, quien no creyó que fuera a salvarse y él ya no tenía fuerzas para arrastrarla. Anatoli regresó a su tienda para descansar un poco y después, volvió a salir para tratar de rescatar a Scott (el guía que lo había contratado).

En 6 de Diciembre de 1997, Anatoli recibió el premio David A. Sowles, que otorga el Club Alpino Americano “en razón de los repetidos y extraordinarios esfuerzos encaminados a buscar y a salvar las vidas de tres compañeros exhaustos atrapados en medio de una tormenta en el Collados Sur del Everest y por los valientes intentos en los que arriesgó su vida saliendo en plena tormenta en una desesperada tentativa de salvar a su amigo y jefe de expedición Scott Fischer”. 18 días más tarde Anatoli fallecería mientras intentaba ascender el Annapurna.

"“Las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición deportiva, sino catedrales donde practico mi religión”. Frase de Anatoli.
«“Las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición deportiva, sino catedrales donde practico mi religión”. Frase de Anatoli.

Me dí un atración de Everest 😉 Fue interesante ver la película y después leer estos dos libros. Ciertamente fue una experiencia muy dura para todos los involucrados, que se llevó la vida de dos fundadores de empresas para llevar a personas a escalar las montañas. Creo que las lecciones debieran ser para los posibles clientes: ¿para qué quieres escalar una montaña con esos retos? ¿Tienes la preparación física y psicológica para hacerlo? ¿O sólo tienes los medios? Porque si sólo tienes los medios, te pondrás en peligro no sólo a ti mismo, sino a quienes te acompañen.

Aprendo que es necesario saber cuándo decir: hasta aquí. Debo regresar. No sólo en metas como el llegar a la cima del Everest, sino en otros aspectos de la vida. Ninguna vale que por ella se pierda la salud, una relación, la paz interior. Y hacerlo pisando a otros, no es una gran hazaña. Por supuesto, todo esto lo digo desde la comodidad de mi casa y sin estar en peligro. Es lo bueno que tienen los libros (Y).

Otro libro sobre esta tragedia, aquí. Y sobre la película que están haciendo, acá.

10 comentarios

  1. Me encantan los libros de montaña, de escalada, de aventuras…el pasado año me dio por la Antártida y las expediciones actuales y pasadas, y al igual que las montañas, necesitan de una preparación física…y muy especialmente, mental. Necesitamos, como bien dices, decir: basta…hasta aquí he llegado. Esta es mi meta este día, o este año…a pesar de no haber cumplido objetivos,…a veces el objetivo es saber dejar ir…y que sean otros quienes sientan esa alegría de llegar a cumbre.
    Realmente eso es lo que más suele costar. Por lo que veo, el libro es muy interesante para saber que además de ir preparado como guías, también es bueno ser un cliente que no va a un lugar por turismo, o por vivir una experiencia X,…sino porque es un sueño, y si no estas preparado para vivir ese sueño, es mejor dejarlo para otro momento…
    Para mí, las montañas también son Catedrales abiertas al mundo…Son lugares muy especiales, que están expuestos a lo que la naturaleza les diga que han de vivir…y no perdonan nunca este hecho.

    Precioso «atracón» de montañas, Ale…muchas gracias…he disfrutado muchísimo.

    • María:
      tengo pendiente leer el libro que compré gracias a tí (Las niñas buenas no van al Polo) 😀
      Para mí también la naturaleza es fuente de disfrute y creo que es un libro sagrado donde uno puede aprender muchas lecciones tan solo observando. Coincido contigo: a veces el objetivo es aprender a dejar ir…y no matarse tras algo que el ego quiere sin saber para qué.
      Un beso,
      Ale.

    • Margari:
      me alegro que conozcas a quien pueda gustarle (a mi también me sirven mucho las recomendaciones, a veces no para mí pero si para dar un regalo que resulta ser perfecto para alguien más…ya se sabe: uno entra a la librería y pareciera que lo que no te interesa no estaba ahí jijiji).
      un beso,
      Ale

  2. Te entiendo, yo también tuve una época de atracón de películas y libros de escaladas. Los sueños también deben de tener un límite, pero no siempre sabemos dónde poner el listón. He disfrutado leyendo el «monográfico» 😉

    Besos

    • Ana:
      debo decir que me andaba yo como si fuera deportista de alto rendimiento con tanta película y libro de ejercicio que leí en las vacaciones 😛 algo he aprendido…sobretodo, a no querer sobrepasar lo que puedo hacer.
      Un beso,
      Ale.

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