LAËTITIA O EL FIN DE LOS HOMBRES
Ivan Jabonkla
“No conozco relato de crimen que no valore al asesino a expensas de la víctima. El asesino está ahí para narrar, para expresar su arrepentimiento o para pavonearse. De su juicio, él es el punto focal, si no el protagonista”
Esa frase nos hablaría de la revictimización que se sufre al buscar justicia. Quien ha muerto, es exhibida en los medios y se sabe todo sobre ella. A veces los titulares son terribles, se hacen para vender no se detienen ante la indignidad en la que meten a la víctima.
La noche del 18 de Enero de 2011, Laetitia Perrais, de 19 años, desaparece en un pueblo de Francia. Debía llegar a casa después de su trabajo como mesera y no lo hizo. A los dos días, se arrestó a un sospechoso, pero la búsqueda del cuerpo duró semanas (a los días encontraron cabeza y miembros, aunque no el resto del cuerpo, que aparecería 12 semanas después). El caso conmocionó a la opinión pública.

Poco a poco se fue filtrando información de quien había sido ella. Su vida fue un cúmulo de desgracias: un hogar violento, madre depresiva y padre abusivo, que finalmente fue puesto tras las rejas. Las hijas se enviaron a un hogar de acogida donde el padre era autoritario, y abusaba sexualmente de Jessica, la hermana de Laetitia -y nunca sabremos si de ella también-. Es un libro triste y doloroso porque la joven iba sobreponiéndose a todo esto…tenía un futuro por delante, que le fue arrebatado por su asesino. Y no sólo a ella, sino también a las personas más cercanas a Laetitia, como su hermana gemela.
En el libro se detalla quien era ella, porque el autor quiere que se no se quede su imagen en la de su asesinato (que es “cuando nació para el mundo” que antes de eso, no la conocía). Una chica que sonreía, que tenía planes, nos cuenta las canciones que le gustan, lo que posteaba en Facebook. En fin, su vida diaria.
También narra como se fue construyendo su asesino. La miseria, la falta de oportunidades, los recovecos en el sistema judicial que permitieron que alguien con antecedentes y considerado peligroso pudiera seguir libre, si se podría esperar que tarde o temprano cometiera un crimen como este. Habla de lo mucho que se mediatizó el caso. Hasta el presidente Nicolás Sarkozy aprovechó para colgarse de él, criticar al sistema judicial y ocasionar con ello una huelga. El autor denuncia a las instituciones de su país, el actuar de la policía y las leyes que jamás ayudaron a Laetitia. Ella y su gemela fueron desprotegidas por su familia, por las instituciones que debieron velar por su bienestar, por una sociedad que no se preocupó hasta después del crimen. Una sociedad donde se gesta la violencia de género, donde las familias son disfuncionales y violentas y esto se asume como normal, la apatía (o falta de presupuesto) de las instituciones que deben evitar y ayudar a que eso suceda. El impacto mediático nos dice que quizás no todo está perdido, que hay esperanza, que cuando se pone cara a la víctima las personas empatizan y salen a las calles a exigir justicia.
Lo resumiría en este párrafo, que cuenta lo que trata el libro: la descomposición social que permitió un crimen de esa naturaleza.
“No estaba programado que Laëtitia, esa muchacha radiante a la que todos querían, terminara como un animal despiezado. Pero desde su infancia sufrió inestabilidades, idas y venidas, descuidos, se acostumbró a vivir con miedo, y ese largo proceso de debilitación esclarece tanto su final trágico como a nuestra sociedad en su conjunto. Para destruir a alguien en tiempos de paz, no basta con matarlo. Primero hay que hacerlo nacer en una atmósfera de violencia y caos, privarlo de seguridad afectiva, quebrar su célula familiar, luego ponerlo a cargo de un asistente social perverso, no percatarse de ello y, por último, cuando todo ha terminado, explotar su muerte para rédito político”.
Por este libro ganó el Premio Médicis, Premio Le Monde y el Prix des Prix.

Debo decir que me resultó muy difícil de leer, por el tema, porque mi país atraviesa por una crisis de desaparecidos y asesinatos terrible. Quizás quería encontrar una explicación…aquí todo se lo atribuyen al narcotráfico; pero las autoridades no hacen nada. Acaban de encontrar 105 bolsas con restos humanos en un bosque…y 14 desaparecidos al día en mi estado. No hay búsqueda por parte de las autoridades, no hay detenidos…son las familias las que buscan a los desaparecidos, quienes los encuentran, quienes reconocen los cadáveres. Las autoridades son tan ineptas que ya han entregado cuerpos mal identificados. Y ya le paro porque me enojo.
Otros libros de no ficción en el blog:
TERRIBLEMENTE ACTUAL.
SEGURO QUE ESTOS CASOS DOLOROSOS SE HAN DADO SIEMPRE EN TODO EL MUNDO Y EN TODOS LOS TIEMPOS, PERO LA INFORMACION POR PARTE DE LOS MEDIOS DIGITALES HOY LA HACE MAS TANGIBLE Y REAL QUE NUNCA.
EN MI PAIS DESGRACIADAMENTE ES EL PAN DE CADA DIA.
TU RESEÑA ME INVITA A LEERLO. GRACIAS
Perlushka:
lamento que allá sea el pan de cada día. Es horrible vivir en medio de tanta violencia.
Saludos,
Ale.