LIBRO: Lo que queda de nuestras vidas

LO  QUE  QUEDA  DE  NUESTRAS  VIDAS

Zeruya Shalev

Reto Tsundoku

 

Esta novela ganó el premio Femina Étranger 2014. Este premio se creó en 1904 por 22 mujeres en contraposición al premio Goncourt que se entregaba, de facto, a hombres. Se otorga a una obra en francés, escrita en verso o prosa, que elige un jurado femenino el primer miércoles de Noviembre de cada año.

Autora en la FIL Guadalajara 2016 presentando su libro.

 Escritora israelí nacida en el kibutz de Kinneret en 1959. Siendo pequeña,  su familia se mudó y creció en la residencia para trabajadores de la  universidad donde trabajaban sus padres (ambos profesores) y un hermano. Se formó como especialista en estudios bíblicos. Escribía desde pequeña, pues está rodeada de escritores: su padre es crítico literario, es prima y sobrina de escritores y se casó con Ayal Megged, hijo del escritor Aharon Megged. Trabaja como editora y escritora. Primero escribió poemas y luego ha probado suerte con las novelas.

Vive en Israel y en 2004  cuando regresaba de dejar a uno un hijo de  la guardería, fue víctima de un atentado donde murieron 11 personas. Ella quedó herida del rostro, manos y una rodilla. Tardó  meses en recuperarse. “Algunos de mis amigos son escritores y me visitaban y me decían “finalmente podrás terminar tu libro, no tienes nada más que hacer. Estás en cama, no puedes salir, así que ponte a escribir, escribe sobre lo que te ha pasado”. Y traté, pero no pude y estaba muy asustada de que no pudiera volver a escribir, porque después de enfrentar la muerte, de tener cadáveres a mi alrededor, el mundo parecía no tener significado. Sólo pude volver a la escritura medio año después, cuando estuve físicamente recuperada”. Y sin embargo, no le guarda rencor al terrorista, dice que sólo siente por él tristeza. Defiende aún la solución de los dos estados. “El atentado cambió mi vida. Sentí la necesidad de hacer cosas positivas para equilibrar el mundo; me decidí adoptar y he tratado de usar mi voz para tender puentes con los palestinos.”

 

Hemda es una mujer que vivió en  el kibutz, hija de los primeros en llegar, vistos con orgullo: fueron los  valientes que decidieron vivir en comunidad y hacer los sacrificios necesarios para sobrevivir en el desierto. Una vida para Hemda muy difícil pues era tanto lo que tenían que conquistar que criar hijos y darles seguridad quedó en segundo lugar. Su padre era terriblemente exigente, la madre ausente. En cuanto pudo, se fue de ahí. Tuvo dos hijos: Avner, un abogado que trabaja en derechos humanos y defiende palestinos, y Dina, la hija que se encontró siempre en segundo lugar en las preferencias maternas, que se siente feliz como madre de una adolescente y que teme el momento en que su nido quede vacío, por lo que está pensando en adoptar un niño (cuestión que pone en riesgo su matrimonio, pues su marido no quiere más hijos).

La autora se mete profundamente en la mente de los personajes, narra con oraciones muy largas, espaciadas con comas, sin que sepamos a ratos si los personajes piensan o están dialogando con alguien. Una lectura que requiere atención, porque si no te pierdes. El narrador va alternando entre estos tres protagonistas (Hemda, la madre; y sus dos hijos: Avner y Dina). Frases muy poéticas, con las que se narra muy poca acción y mucha introspección. Hay mucho monólogo interno.

Zeruya es prima de Meir, el autor cuyo libro también leí y del que pueden saber acá.

Foto de Dan Porges tomada de aquí: https://goo.gl/images/fgCo9T

Pueden leer las primeras páginas de este libro, aquí. 

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