NOSOTROS, LOS AHOGADOS
Carsten Jensen
“No navegamos porque existe un mar, sino porque existe un puerto”
Un libro escrito por un danés, escribiendo sobre la ciudad que lo vio nacer: Marstal. Ciudad portuaria que era de las más grandes y ricas del mar báltico. La vida ahí es como en otros lugares pequeños: hay envidias, alianzas, cada integrante de esa pequeña sociedad tiene un papel impuesto por ella pero a diferencia de otros lugares esta ciudad tiene recuerdos del resto del mundo pues todos los marineros regresan con cosas para mostrar hasta donde llegaron en sus viajes (y tatuajes en el cuerpo): China, Japón, Sudamérica, las islas Polinesias, etc.

Marstal es ciudad definida por el mar: los chicos siempre sentirán fascinación y querrán ir hacia él, y las mujeres se quedarán en tierra esperándoles, lamentando cuando no regresen, pues no tendrán más que el recuerdo de su amado sin una tumba para llorarle. El cementerio tiene pocos cuerpos, porque si un marino muere en el mar, ahí acabará su cuerpo. Los niños ven a su padre cada 2 o 3 años, que es lo que tarda en regresar de un viaje en barco. Carsten creció en Marstal, escuchando las leyendas y chismes y después investigó qué había de verdad en ellas en el museo, y las bitácoras de los barcos y pensó que la historia de su pueblo era una historia que merecía ser contada. Durante 5 años escribió el libro y les iba leyendo extractos de él a los habitantes de Marstal en la biblioteca de la ciudad porque quería ir viendo sus reacciones. Cuando se publicó el libro, hubo un desfile por la ciudad en donde todos –autor y pueblo- celebraron que ya tuvieran su historia escrita. El autor dice que entre otras cosas, quería hacer un homenaje a los caídos durante la Segunda Guerra Mundial “Hubo seis mil daneses que navegaron durante la Segunda Guerra y de ellos mil jamás regresaron a casa. Ni siquiera se les menciona en los libros de historia. En Noruega, 30 mil marineros participaron como marineros, y no existen dentro de su historia, simplemente desaparecieron. El objetivo básico fue narrar las historias asombrosas que descubrí en los archivos del museo local. Nadie las había usado, y supe que tenía oro en mis manos”.

El libro abarca 100 años de la historia de Marstal. La novela se divide en tres partes: la primera y la tercera transcurrirán en el mar, y la segunda en tierra. La historia narra el cambio del modo de vida en Marstal. En algunos lugares la narración es en primera persona, y en otras es un narrador omnisciente.

La ciudad creció y prosperó gracias a la primera guerra mundial (pues los barcos se necesitaban para transporte), las mujeres enviudan, y una de ellas en particular quiere cambiar el destino de la ciudad, y evitar que los hombres sigan buscando en el mar su futuro, sin saber que con eso condena la ciudad a morir. Los marineros querían conocer el mundo, y los daneses eran valorados entre los mejores del mundo. Siempre encontraban trabajo sin dificultad en los barcos en cualquier puerto del mundo. En la ciudad también había granjeros, pero su vida era muy diferente. Al respecto, dice el autor: “El marino sabe que hay más de una cultura en el mundo y más maneras de ver la vida. El granjero no ha tenido esta experiencia; para él, el perímetro de su campo es el límite de su experiencia. Sólo tiene un mundo y no viaja entre varios mundos. Mire al marino: se enrola en un barco. Está rodeado de desconocidos. No proceden simplemente de ciudades o regiones distintas de la suya, sino que a menudo provienen de países extraños. No obstante, ha de aprender a trabajar con ellos. Su manera de hablar se pule, no sólo aprende palabras nuevas y otras sintaxis, sino que llega a conocer mentalidades totalmente diferentes. Se convierte en una clase de persona distinta de la que toda su vida ha seguido el mismo surco. Y el mundo necesita personas así, no gente nacionalista y belicista.”

El mar y su destructividad son superados en la cantidad de muertos que dejan viudas en Marstal por la destrucción que causan los submarinos a sus barcos durante la Segunda Guerra Mundial. Durante las dos guerras mundiales, Dinamarca se mantuvo neutral, fue interesante leer sobre un país que no estaba peleando, y aun así, sufrió lo suyo porque estaba demasiado cerca de las naciones que si lo hacían. “En agosto de 1943 los daneses se rebelaron y montaron barricadas en Copenhague y otras ciudades. El gobierno dejó de colaborar con las fuerzas de ocupación alemanas y dimitió. Los oficiales de la flota hundieron sus propios barcos, que terminaron en el fondo de la dársena de Copenhague. […]Un hombre de negocios inglés, francés o americano siempre puede apoyar sus exigencias con cañoneras. El danés no puede, y por eso hay lugares en el mundo donde precisamente él es bienvenido, porque nadie teme que en la estela de sus barcos mercantes haya buques de guerra. Siendo danés, sólo tienes la agilidad de tus manos. Y tienes que usarlas, porque hay muchos lugares en el mundo donde el invitado que extiende las manos sin que haya en ellas ningún arma es el preferido.”

Un libro precioso, donde el lector siente a ratos que va navegando plácidamente viendo paisajes hermosos, y en otros a va luchando contra las tormentas, esas que existen en el interior de algunos personajes y que hacen sufrir y llorar a otros. Justo como sucede en la vida.

Nació en Dinamarca en 1952, y su papá era capitán de un buque de carga. El estudió Ciencias de la Literatura en la Universidad de Copenhague. Ha trabajado como periodista y ha trabajado en zonas de guerra (China, Camboya, américa del sur, Islas del Pacífico y Afganistán). En 2009 recibió el premio Olof Palme en reconocimiento a su trabajo en defensa de los derechos humanos.
Este libro fue elegido como la mejor novela danesa de los últimos 25 años cuando ganó el premio Danske Bank Litteraturpis.
Me gustaría leerlo, pinta bien y creo que podría molarme =)
Besotes