imagen LIBRO: Las Hijas de Eva y Lilith

LAS  HIJAS  DE  EVA  Y  LILITH

Elisa Queijeiro

Elisa explica los mitos de  Eva (según las escrituras bíblicas) y Lilith (desde la tradición judía) para desde ahí explocar como nos han moldeado a las mujeres, la conducta hacia nosotros y la losa que esto ha significado durante milenios.


En la primera parte del libro, Elisa explica a profundidad quienes fueron Eva y Lilith. Eva, la de Adán, por la que se perdió el paraíso. Dios nos castigó después de la desobediencia a parir con dolor, obedecer al hombre y desearlo solo a él. Y con eso tuvo justificación la sociedad para castigarnos durante siglos por las infidelidades y para convertirnos en  propiedad del hombre: pasábamos de la custodia del padre, a la del marido. Como ese era nuestro destino,  comenzamos a competir  unas con  otras para elegir al mejor proveedor del clan.  En la edad media, el que Eva hubiera convencido a Adán para pecar fue motivo para que nos creyeran brujas, que nuestras palabras podían atraer el mal y nos quemaran en la hoguera. Lilith (la primera esposa de Adán) nos enseñó que podríamos desobedecer y no someternos a un hombre pero ¡cuidado! eso podía  convertirnos  en demonios.

Después, en una segunda parte, explora 15 arquetipos para que podamos vernos en ellos como si fueran espejos, para reconocernos y entendernos y si lo deseamos, poder cambiar. Para usarlos como herramienta de autoconocimiento. Después de todo, no se puede cambiar lo que ni siquiera se que poseo (o soy).

Elisa dice que en su web habrá meditaciones para activar  cada arquetipo, pero  no las encontré (dice «en construcción»).

Elisa Queijeiro

Me pareció una lectura interesante, y en las descripciones de los arquetipos hay suficiente material para que trabaje en mi misma un buen rato.

Me gusta mucho esto que dice:

El pacto de Eva, donde nunca más se levante la lengua de una contra otra: mejor silencio que veneno. No todas somos iguales ni queremos lo mismo, pero si aprendemos a mirarnos con respeto y a tratarnos mejor, reconstruiremos la palabra dignidad y los restos del patriarcado habrán muerto. Su herencia nos hizo creer que entre nosotras había una indestructible competencia, que si le pertenecemos “al otro” –a ellos-, las demás féminas son una amenaza. Pero esto ya no es así, porque una mujer que está bien plantada en sí misma vive y deja vivir; porque reconciliándonos con nuestro género podremos relacionarnos con el opuesto sin oprimir ni permitir la opresión. La lucha hace mucho que dejó de ser contra los hombres; si ellos lo entienden o no, no importa. Nosotras lo sabemos. Tampoco es entre mujeres: la verdadera lucha, si la hay, es interna.

Si quieren comenzar a leer, pinchar aquí.

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