Eugene- Francois Vidocq

Es probable que hayamos leído pasajes de la vida de este hombre, a veces con su verdadero nombre y otras a través de un personaje que creó un escritor. Les voy a contar de su vida para ver si adivinan en qué obra pueden haber leído acerca  de él.

Vidocq nace en  Arras, Francia en el año de 1775. Su padre era panadero y cuando tenía 15 años, robó la plata en casa de sus padres y el dinero de la caja de la panadería y huyó. De ahí en adelante su vida fue una aventura tras otra: cayó en prisión por haber golpeado a un oficial, se escapó, lo metieron de nuevo a la cárcel por haber estado planeando una rebelión, cuando la revolución francesa por poco y lo decapitan por confundirlo con un aristócrata, se alistó para la guerra, desertó y tenía papeles falsos con el nombre de Rosseau (¿qué tal? Nada de nombres desconocidos)

Timbre postal de 2003

Durante mucho tiempo estuvo en la cárcel por peleas, celos, y ataques contra parisinos de los bajos fondos…entraba y salía  con suma facilidad. Cuando lo condenaron a trabajar en las galeras, se escapó en el muelle y se unió a unos piratas. Después  de años de esta vida a salto de mata, decide poner una pequeña tienda y unas personas que lo conocían de su pasado criminal, le proponen un negocio. El ya no quería participar, menos después de darse cuenta de que estos jóvenes acababan de cometer un homicidio  por lo que decide avisar a la policía volviéndose un delator. Para que esos amigos no sospecharan de él, se hace arrestar y estando preso escucha todo lo que los presos hablan. El director de la cárcel y él planearon  su fuga para que ya en la calle, les ayudara  a evitar todo lo que se planeaba desde la prisión.

 

Este   hombre de pasado criminal fundó la Sureté Nationale, (es la Policía de Seguridad Nacional, que es la versión francesa de Scotland Yard)  y cuando dejó de trabajar ahí fundó la primera agencia de detectives. En la Sureté, fue el primero en implementar un registro para tener expedientes de los criminales, hacía moldes de yeso de las huellas que encontraba en la escena del crimen y comenzó con estudios de balística.  Se podría decir que es un fundador de la criminalística: hizo estudios de las huellas dactilares, de las armas de fuego y también hizo  pruebas con la sangre.  En la policía no veían la utilidad de seguir estos métodos, pero Vidocq demostró que eran valiosos gracias a  la gran cantidad de delincuentes que detenía. El veía la utilidad de estudiar  la escena del crimen, y de tratar de dilucidar el modus operandi del delincuente. Una vez dijo que cierto crímen lo había cometido x delincuente y la policía decía que no podía ser así, porque x estaba preso. Se dieron cuenta de que se había fugado cuando lo buscaron en la cárcel y efectivamente, era culpable del crimen.  Usaba  disfraces (se dice que era más hábil que muchos actores y nunca lo descubrieron mientras estaba trabajando con uno), se infiltraba  en las bandas criminales y, teniendo una mente científica, patentó un papel que evitaba que los documentos escritos en él pudieran alterarse y una tinta indeleble para evitar fraudes bancarios (esto lo hizo por la gran cantidad de fraudes que le tocaba investigar).

Compadecido de la suerte de ex convictos que se veían rechazados por la sociedad, puso una fábrica de papel y cartón para darles empleo. Fue un fracaso donde perdió gran parte de su dinero.

¿Ya saben dónde han leído sobre él?

 

En la literatura, se dice que el personaje de Vautrin de “Papá Goriot” está inspirado en él. Victor Hugo se inspiró en su historia para crear los personajes de Jean Valjean  y Javert (en uno puso el pasado reo que se reforma y en Javert el policía que sigue su objetivo sin descanso) en su libro “Los Miserables”. También inspiró el personaje de Monsieur Jackal en “Los Mohicanos de Paris”, de Alejandro Dumas. Edgar Allan Poe creó su detective C. Auguste Dupin  en el libro “Asesinato en la Calle Morge” que inspiraría después a Arthur Conan Doyle para su personaje de Sherlock Holmes; y aparece mencionado con su nombre en Moby Dick  de Herman Melville y en Grandes Esperanzas, de Charles Dickens.